“La integración sensorial es el proceso neurológico que organiza la sensación de nuestro propio cuerpo y del ambiente y hace posible el uso del cuerpo en forma efectiva dentro del ambiente” (Dra. Jean Ayres, 1989)

La información sensorial proviene de nuestros sentidos. Los más conocidos son los que tienen que ver con el tacto, la vista, el gusto, el olfato o la audición; y los menos conocidos son el vestibular o el propioperceptivo, relacionados al movimiento, el equilibrio y el reconocimiento de nuestro propio cuerpo.

La integración sensorial es automática e inconsciente, no pensamos en ella, como ocurre al respirar, o digerir los alimentos. También es innata, ocurre desde antes de nacer, cuando el bebé percibe los movimientos dentro de la panza de su mamá.

Durante los primeros años de vida es importante que el niño siga su impulso interior para producir actividad física en la cual él domine su entorno y su cuerpo. La actividad física produce estimulación sensorial y respuestas adaptativas a esas sensaciones que ayudan a organizar el cerebro. Mientras más explora el niño, sus sentidos se estimulan más y requiere de respuestas adaptativas más complejas. Mientras más variado sea el juego, más se contribuye a su desarrollo.

Son necesarios 7 años de juego y movimiento para dar al niño una inteligencia sensoriomotriz que le sirva de cimiento para su desarrollo intelectual, social y personal.

Las funciones de integración sensorial se desarrollan en un orden natural y cada niño sigue la misma secuencia básica. Algunos niños tienen un desarrollo rápido y otros más lentos, pero todos recorren el mismo camino y todos deben hacerlo por sí mismos.

Jean Ayres, creadora de la teoría de integración sensorial, compara al cerebro con un policía que organiza el tránsito, cuando todo el cuerpo y todos los sentidos trabajan juntos como un todo, al cerebro le resulta fácil adaptarse y aprender, entonces el “tráfico” fluye sin problemas; pero cuando el cerebro no logra organizar el caudal de sensaciones que le llegan, la percepción, comportamiento y aprendizaje son como un embotellamiento de tráfico en las horas pico. Cuando esto sucede es necesario recurrir a profesionales que pueden ayudar a los niños a trabajar en su integración sensorial. Las terapistas ocupacionales, con el enfoque que desarrolló Jean Ayres, utilizan al juego como medio en el cuál exponen al niño a situaciones controladas en las que pueden superar desafíos y lograr una mejor integración sensorial.

 

Fuentes

“La integración sensorial y el niño” de A. Jean Ayres

http://www.aisaargentina.com.ar

https://www.panaacea.org